EDITORIAL
30/12/2020

Presidente de Resiter destaca la Economía Circular como modelo de producción

Raúl Alcaíno, en editorial de El Mercurio, subrayó la relevancia de este modelo que requiere del compromiso de todos, especialmente de los consumidores.

“La economía circular se basa en convertir sistemáticamente los residuos de unos en recursos para otros. Es lo que se llama la economía de la recuperación y la reutilización, no solo es la economía del reciclaje sino de la re-creación”.

La producción como la hemos conocido hasta aquí ha encontrado su límite. Nuestro planeta es finito y sus fronteras atmosféricas y terrestres cada día soportan menos la cadena de extracción, procesamiento y desecho que instalamos desde la Revolución Industrial. El cambio climático encendió las alertas y no hay más tiempo que perder.
La economía circular propone transformar en materia prima lo que antes botábamos, así de simple. Y es nuestra única esperanza. La forma en que
producimos, diseñamos, elaboramos, consumimos e incluso cómo reparamos nuestros productos nos hará sobrevivir como humanidad.
Este nuevo modelo, que revoluciona el sistema tradicional, se enfrentó al
escepticismo de muchos, superó varios experimentos fallidos, significó pérdidas y poco a poco —como tantos emprendimientos— atrajo la
atención de miles de compañías que ya están cambiando sus líneas de producción lineal a un modelo circular.
La economía circular se basa en convertir sistemáticamente los residuos de unos en recursos para otros. Es lo que se llama la economía de la recuperación y la reutilización, no solo es la economía del reciclaje sino de la re-creación: aquella capaz de transformar profundamente las cadenas de producción y más importante aún (para países como Chile) disociar el
crecimiento del PIB de la extracción de materias primas provenientes de la naturaleza.
Este nuevo modelo de producción requiere el compromiso no solo de los
fabricantes, empresarios y distribuidores, sino también de la
ciudadanía.

¿Cómo haremos que Chile adquiera el cambio? ¿Cómo convenceremos a los ciudadanos de esta transformación? En los últimos años, hemos dado grandes pasos, un ejemplo claro fue la eliminación de la bolsa de plástico en los supermercados. Aunque partió desde la norma, el cambio de hábito se logró rápidamente, porque existía la conciencia del daño que provocaba en la naturaleza. Pero estamos aún lejos de poder autoproclamarnos como un país económicamente circular.
Según las últimas cifras entregadas por el Ministerio de Medio Ambiente, Chile es el país sudamericano que genera mayor cantidad de basura por persona, llegando a 1,26 kilos de residuos al día, lo que significa finalmente
8,1 millones de toneladas de basura anuales que terminan en
rellenos sanitarios y en muchos vertederos clandestinos.

Es aquí, en los consumidores, donde debemos llegar con nuestro mensaje, serán ellos los que finalmente modifiquen la forma de producción, cuando elijan aquellos productos que hayan sido diseñados ecológicamente, es decir aquellos cuya vida útil pueda extenderse, aquellos que vuelvan al sistema como materia prima. Serán los ciudadanos comunes quienes, a través de su poder de consumo y de presión cívica, puedan rechazar los productos que sigan en un modelo de economía lineal, aquella que genera residuos desechables.
¿Cómo se moverán las empresas productivas? Sin duda, seguirán a sus clientes, la cadena cambiará cuando las ventas se relacionen directamente con aquellos productos que han sido fabricados desde materiales reciclados o derechamente pensados como un futuro producto que se revalorizará. En
esta etapa será clave incluir “profesionales circulares” entre los diseñadores industriales.
La industria forestal y celulosa ya están trabajando en procesos
circulares donde se valorizan los residuos convirtiéndolos en mejoradores agrícolas, y las industrias alimenticia y láctea convierten sus recursos
residuales en concentrado para animales. Un paso importante también ha dado la minería donde la energía verde es su objetivo. Pero aún nos queda
mucho por hacer, las cifras todavía no nos acompañan.
¿Es entonces un cambio cultural? Sí, y en todo sentido. El planeta seguirá su vida transformándola como ya lo ha hecho, pero si queremos continuar habitándolo como especie y dejar un futuro sustentable a nuestros
descendientes la salida es la economía circular o la economía
circular. Ya no hay tiempo para seguir pensando.